Parroquia de Ntra. Sra. de la Estrella

El templo parroquial, dedicado a Ntra. Sra. de la Estrella, data del último tercio del siglo XVIII. Su planta de cruz latina mide 30,50 m. de largo por 8,40 de ancho. En el año 1722, el Cabildo de la Catedral de Sevilla decide ampliar la antigua parroquia. Años más tarde, en 1772, a petición del Ayuntamiento de Chucena, ante el mal estado del edificio, es autorizado el año siguiente para proceder a la demolición y nueva edificación de la nave del templo. 

Cuenta la iglesia en su interior con una importante muestra de arte religioso, que pudo conservarse pese a los avatares de la pasada Guerra Civil. Preside el templo el impresionante retablo barroco, de 10,50 m de altura por 8,40 de ancho, realizado en 1788, obra de Julián Gimenes, quién fechó y firmó en el muro posterior, dedicándole este retablo a la Patrona de Chucena. Esas inscripciones fueron descubiertas durante los últimos trabajos de consolidación y restauración llevados a cabo en el mismo por el sevillano Taller de Dueñas en 1993.

Es todo retablo alegórico a la figura de la Virgen, donde en tres calles, la principal de más anchura, divididas por cuatro columnas estípites, por entre rocallas y profusa decoración típicamente dieciochesca. Sobresalen los medallones en relieve de pasajes bíblicos, como la Anunciación y la Visitación; a ambos lados, las imágenes de San Pedro y San Pablo; sobre ellos, los medallones de San Leandro y San Isidoro (según el Padre Jacinto). Junto a ellos, las Santas Patronas de Sevilla, Santa Justa y Santa Rufina, también en medallón de relieve; y, en el ángulo superior, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. Queda rematado el conjunto con el medallón que representa la Asunción de María, coronado por una estrella de ocho puntas. En la calle central aparecen dos manifestadores, uno encima del sagrario, y otro más alto, donde se ha colocado un Crucificado renacentista. Entre estos manifestadores, se abre el camarín que ocupa Ntra. Sra. de la Estrella. La bóveda de la cabecera y el arco se hallan decorados con frescos de finales del siglo XVIII, representando a Sta. Teresa de Jesús, San Francisco de Paula, San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Antonio Abad y Santa Rita, atribuidos a Juan de Espinal.

Hacia el año 1973, siendo párroco D. Jesús Alcudia y Medrán, se realizó en el edificio una importante reforma en las techumbres. Esta obra sustituyo la antigua estructura de madera por un armazón nuevo de hierro, por ello presenta exteriormente dos vuelos de canales a distinta altura. Las reformas supusieron, además, una profunda transformación de sus espacios interiores y la reordenación de su tesoro artístico: desaparecieron las gradas del presbiterio, varios altares fueron suprimidos, se abrieron dos nuevos huecos de puertas para comunicar la iglesia con el salón parroquial y la sacristía, el púlpito con su escalera y guardavoces fue retirado, el cancel original se cambió por uno nuevo y la maltrecha solería original fue sustituida, desapareciendo varias lápidas de enterramiento, completamente ilegibles. Pese a ello la iglesia sigue conservando su sobria belleza.

Existen dos Capillas anexas, junto a la puerta principal del templo, en una de ellas está expuesto el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Chucena, fundada en 1990 y erigida canónicamente en 1994, haciendo su primer camino amadrinada por la Hermandad de Pilas. En la otra Capilla, sobre una mesa de altar fechada en 1783, se encuentran las imágenes del Santísimo Cristo de Burgos, Nuestra Señora de los Dolores y Santa María Magdalena, titulares de la Hermandad de Penitencia de la localidad, constituida en 1954.

A ambos lados de la puerta principal, se encuentran, sobre ménsulas, las imágenes de San Sebastián y San Ginés, conocido este último como «el Santo de las cocas», por la postura de su mano derecha, ambas datan del siglo XVI. Varios altares jalonan la nave central, el que preside la imagen de San Antonio (siglo XVI), fechado en 1740, que acoge también las tallas de San Juan Nepomuceno (siglo XVIII) y San Nicolás de Bari (siglo XVI), y que remata con una imagen en barro de la Patrona de la Archidiócesis de Sevilla, Ntra. Sra. de los Reyes. El altar del Sagrario (siglo XVIII) está presidido por un Sagrado Corazón de Jesús, de 1922, el sagrario es de plata, de 1957; a ambos lados, se encuentran dos figuras del Niño Jesús, una de ellas atribuída al círculo de Martínez Montañés y la otra, sin autoría definida. 

En el otro lado del presbiterio, se encuentra la bellísima talla de la Virgen del Rosario (siglo XVI), de rica policromía y estofado; atribuída tanto a Herrera el Viejo como a Juan Bautista Vázquez. Fue restaurada en 1980 por Geronés Vallés. Le acompañan las imágenes de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, ambas del siglo XVIII, y la talla de San Agustín (siglo XVI). A sus lados, sobre ménsulas, aparecen dos impresionantes bustos, de conmovedor realismo, atribuidos a la escuela granadina del siglo XVIII: un Ecce Homo, al que se le solían hacer rogativas para la lluvia, y una Soledad, que figuraría en la Exposición «Mater Dolorosa» de Sevilla de 1988, y que sirvió para el cartel anunciador de la misma. 

Existen también otras imágenes sobre repisas: un San José con Niño (siglo XVIII), de rica policromía, y una Inmaculada Concepción, de corte valenciano, del año 1915. Quedan otras imágenes, un San Pascual Bailón, que se encuentra en la iglesia de Alcalá; un Niño Jesús de Praga, una Virgen de Fátima, una Virgen del Carmen, que están situados en el retablo mayor del templo; y un Cristo Yacente, que lo posee la Hermandad del Cristo de Burgos, y un crucificado gótico, de brazos articulados, del segundo tercio del siglo XVI, que fuera antiguamente procesionado, con anterioridad a la creación de esta Hermandad de Penitencia.

Se conservan en su interior varios lienzos: un Nazareno portando la Cruz, los Desposorios Místicos de Santa Catalina, un San Francisco y una Divina Pastora, tres representaciones de la Inmaculada Concepción, y una Virgen con Niño, todos ellos de los siglos XVII, XVIII y XIX. Pero el que más llama la atención es el cuadro de las Ánimas, que representa al arcángel San Miguel sacando las almas del Purgatorio y, en la parte alta, Jesús aparece entre un coro de santos y de ángeles, obra anónima del siglo XVIII. También se pueden admirar varios lienzos traídos de la Iglesia Alcalá, una Santísima Trinidad, un San José con Niño, y un San Arcadio (siglo XVII o XVIII), así como una cajonera de caoba del siglo XVIII.

En la sacristía se guardan diversos objetos de orfebrería religiosa, entre ellos un cáliz de plata sobredorada y unas crismeras del siglo XVI, ostensorio de plata del siglo XVII, dos cálices del siglo XVIII, dos copones, uno del XVIII y otro del XIX, y una Cruz Parroquial del siglo XVII, con dos ciriales a juego, de reciente adquisición.

Textos procedentes del libro ‘Chucena, retrato de un pueblo’, de Ramón Franco Sánchez.